Pietro llega a la montaña desde Milán para pasar un verano, allí en la naturaleza su padre le enseñará a amar el monte. En una de sus correrías conoce a Bruno un joven lugareño de su edad. Juntos explorarán las montañas de la zona durante su adolescencia. Tras años sin verse Pietro vuelve al lugar de veraneo de su familia y se reencuentra con su amigo, poco a poco está amistad irá madurando a la par que sus dos protagonistas, dos seres que pasan de la unión de los recuerdos de la infancia a una amistad en plena madurez.