Adam, 32 años. Soledad, ha pasado los 60. El primero gigoló, ella comisaria de exposiciones. Él ruso, ella española. Ambos son seres solitarios.

Una historia donde sus protagonistas necesitan sentirse amados. Necesitan ser importantes para alguien. Sentir que alguien los cuida.

Soledad tras sufrir una ruptura decide llamar a un scort. El joven Adam será el elegido. Se desarrollará una relación de amistad entre ambos. Una relación cliente-acompañante poco al uso. Juntos compartirán visitas a la ópera y conversaciones sobre su pasado. Un imprevisto será el detonante de esta complicidad. Por otro lado Soledad hace participe al lector del proceso de creación de una exposición. No puedo revelar mas de la obra porque la escritora, al final de la novela, nos pide a los lectores que guardemos los secretos, las cadenas que atan al lector a las páginas.

La novela gira entorno al sentimiento de hacerse mayor de Soledad. Del dolor que siente cuando ve, que en su entorno, mujeres mas jóvenes avanzar por el mundo. La relación, que ha finalizado, es con un hombre que está casado con una treintañera. En el montaje de la exposición, una joven diseñadora está usurpando su lugar como comisaria de la muestra.

Luna llena para una obra donde se nos muestra una historia de almas solitarias. Rosa Montero consigue atrapar al lector con una trama sencilla. Con tan sólo dos personajes la novela se desarrolla como unos rápidos, va cayendo página a página, cogiendo velocidad y sorteando sorpresas. Además la novela nos ofrece detalles de biografías de escritores malditos que hacen mas amena la lectura.

Rosa Montero (Madrid, 1951) es una escritora y periodista española. Estudio psicología. Participó en varios grupos de teatro. Entre los numerosos premios que posee tiene el Premio Nacional de Periodismo (1981), Premio Primavera (1997), Premio de la Prensa de Madrid (2005), Premio Nacional de la Letras Españolas (2017). Ha escrito además de novelas para adultos obras juveniles. Otra obra reseña en este blog es La ridícula idea de no volver a verte.

¡Disfrútela quien se atreva!